Por qué seguimos votando a quien votamos



Ante los numerosos casos de corrupción que salpican al PP en España, mucha gente se pregunta cómo es posible no sólo que mantengan los votos, sino que incluso ganen. Sin entrar demasiado en el terreno político (y siempre pudiendo cambiar las siglas, pues ocurre en todos los casos) voy a intentar trasladar algunas respuestas que nos da la Psicología Social.

Uno de los nuestros

Sólo hace falta un rasgo para generar un grupo
Las personas tenemos una tendencia innata a categorizarnos en grupos excluyentes. A partir de la pertenencia a determinados grupos construimos nuestra identidad, por eso es tan importante dotar de características positivas a la categoría a la que creemos pertenecer y, casi de manera automática, generamos estereotipos negativos a las personas que forman parte del otro grupo.

Sin tanta palabrería técnica:
Una persona al etiquetarse como "española" dará inmediatamente un conjunto de valores positivos a este grupo: divertidos, trabajadoras, familiares... Por norma general, las definiciones se realizan a través de la comparación social, por lo que dotaremos de unas características específicas también a quien no considere "de España" : un francés, una japonesa o un argentino (exogrupo
Dicha persona, la española,  ante un acto negativo de su propio grupo atribuirá el comportamiento a una característica externa e inestable: estaba loco o era drogadicto, para alejarla del prototipo. Igualmente, si el acto es positivo, se considerará como un rasgo interno y estable: somos muy trabajadoras, somos más inteligentes.
Lo típico de he aprobado, me han suspendido, vaya.

Esperanza Aguirre declaró que había nombrado a 500 cargos y sólo dos le habían salido "rana"
Un ejemplo de cómo alejamos del prototipo a quien ya no consideramos del endogrupo.

Cuando alguien del partido al que hemos votado se declara culpable por corrupción (o por lo que sea), "echamos" a esa persona de nuestro grupo, atribuyendo esa falta a alguna disposición situacional. 
Debido al prejuicio de homogeneidad de los demás, siempre consideramos nuestro grupo como más variado, más heterogéneo y rico en contrastes que al exogrupo. "Los otros" siempre nos parecen iguales, homogéneos, y por lo tanto, adscribimos las características más como grupo que como individuo. De ahí que cuando alguien del otro grupo realiza una acción  negativa  la consideramos como parte de la naturaleza grupal y no de la propia persona. 

Ser crítica con el endogrupo es difícil, sobre todo porque atenta contra nuestro autoconcepto, de ahí que prefiramos modificar la realidad para que se ajuste a nuestras creencias previas. Si ya lo dijo Einstein: cuesta menos desintegrar un átomo que un prejuicio.

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