¡Vete al carajo!




¿Sabemos dónde estamos mandando a alguien, cuando lo mandamos al carajo?

El carajo

Lingüísticamente hablando, carajo es el término para designar el miembro viril que se usa en la Península Ibérica (hay variaciones en portugués, gallego, catalán y asturiano) desde hace, al menos, 11 siglos. Aunque existen discrepancias respecto a su origen etimológico, hay documentos en los que podemos encontrar la palabra ya en el s. X, no siendo hasta el s XVI considerado como obsceno.
Fue precisamente en esta época, cuando los habitantes de la Península comenzaron sus travesías trasatlánticas, el momento en el que  los marineros "renombraron" la cofa (cesta ubicada en el mástil más alto para otear el horizonte) como carajo.

Cofa o carajo desde la que los marineros gritaban aquello de
"Tierra a la vista"

Vete al carajo

Estar en la cofa era, cuanto menos, peliagudo. Es la parte del barco donde se notan con más intensidad los movimientos, y por lo tanto, provocaban malestar cuando se estaba mucho tiempo allí.
Por norma general era un trabajo que había que turnarse, pero llegó a convertirse en un castigo para los marineros "desobedientes". Al ser el lugar donde nadie prefería estar, el capitán del barco mandaba al carajo durante horas o días, incluso sin derecho a comer nada, a quien se comportaba de forma que consideraba incorrecta. Así, además, desaparecía de su vista.
"Vete al carajo" se extrapoló a la sociedad como una forma de expresarle a alguien que te está incomodando o que te molesta que se vaya... pues eso... al palo más alto.

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